viernes, 3 de abril de 2009

Minitrayectos: Tijeras

Dañaba todo lo que encontraba a su paso. Hubiese preferido renacer en cualquier otro objeto, pero jamás hubiese querido ser unas tijeras. Al principio le costó mucho habituarse a sus nuevas extremidades unidas con una única articulación y a su boca afilada.

Cuando la compraron todo fue más fácil. Tenía su espacio entre hilos, alfileres y botones. Los hilos eran escurridizos y rara vez los cortaba. Los botones y los alfileres eran duros y apenas los acariciaba con su filo si los rozaba accidentalmente. Le gustaba sentir sobre su piel fría el calor de las manos y la fuerza que le transmitían pudiendo mostrar su habilidad, sutileza y poder.

Un día dejó el costurero y la llevaron a un sitio más caótico y oscuro. La luz aparecía de repente y sólo duraba unos segundos, tal vez minutos. Hizo un censo del lugar en el que se encontraba. Pañuelos de papel, una libreta pequeña, un monedero, un pintalabios y unas llaves que entraban y salían constantemente.

Intentaba con todas sus fuerzas mantenerse cerrada pero era imposible con tanto movimiento y tan poco espacio compartido. Un día en el que la barra de labios perdió su capucha, la decapitó. Cortó las hojas de la libreta, arañó la piel de cuero del monedero y sacó un ojo al oso del llavero. Estaba desesperada, no se soportaba, se daba asco. Intentó esconderse en algún rincón del bolso pero con tanto vaivén acababa mezclada con los demás objetos dañándolos una y otra vez.

Una mañana, en un momento de luz, divisó un agujero en el forro del bolso. De repente lo vio claro, se dirigió a él, introdujo su punta y acabó penetrándolo con el empuje de los otros compañeros. Se quedó allí, sola, aislada, protegida y feliz.

María había dibujado un corazón. Esta vez, de color azul. Se le estaban acabando los colores y las palabras. Abrió su bolso y buscó las tijeras. No conseguía encontrarlas. Sacó el monedero y la agenda, pero no estaban ahí. Panicó al pensar que tras dos meses no podría mandar su carta diaria de amor. Respiró profundamente e improvisó un corazón recortado con las manos. Se sintió aliviada y reconfortada al ver el resultado que mantuvo día tras día.

Madrid 3 de Abril 2009

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