Aquella mañana tenía sueño. Se levantó como todos los días, se lavó, peinó y salió de casa llevando consigo la bolsa de deporte.
Decidió volver andando después de una jornada laboral que pasó con más pena que gloria.
Olvidó su mp3 y pensó acortar sus 40 minutos de trayecto haciendo unas llamadas. En su cabeza hizo un esquema mental de a quién llamar primero.
Comenzó por su chico, sería una llamada rápida que le aportaría bienestar instantáneo.
A los 10 minutos de estar hablando con su hermana, se dio cuenta que hacía rato que ningún asiduo sí o ajá le había cortado o matizado.
¿Estás ahí? Preguntó.
Sí, respondió una voz grave, diferente y completamente desconocida.
Madrid 26 de marzo 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario